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Delicadeza

Un silencio extendido

que no se rompe fácil

pero miles de cosas

lo convierten en

FRÁGIL

Fotografía de Luisina Zurita

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Tenés que saber

Vas a seguir rasguñando cada vez que me mires. No me leas, no me pienses. Si digo lo que escuchás es lo que tenés que saber. Pero no vas a quedar callado. Porque ¿qué harías con el silencio? Mordiendote la lengua, tratando de quedarte con culpa, arruinás la que te regalé.

Ley de hielo

Pasan los días y todo se desdibuja. Y se descongela. Ya no tengo tan claro si lo que me hacía mal realmente me hacía mal o sólo era que no dejaba de incomodarme. Las cosas veían bien, pero algo pasó. Lo sentí, aunque no entendía qué era ni qué tenía que ver. Fue un día de semana, en el que de cena él preparó un guiso de arroz. Una olla grande de guiso, porque el tema de calcular las cantidades de arroz para dos personas no a todos se le da. Esa comida fue rara. Era un guiso pero no se veía como tal. Estaba más pálido que los que me han preparado y de los que yo misma he hecho. Yo entiendo que un guiso tiene cantidades significativas de salsa, que la legumbre o pasta que estás por comer se tiñe del naranja fuerte por el puré de tomate. O pulpa de tomate, según la preferencia del hogar o de quien cocina. Naranja casi tirando a rojo pero nunca es rojo. La cuestión es que comimos el guiso y estaba rico. Gracias por cocinar. Pero de lo que sobró fue a parar a un recipiente hermético con t

Al compás de la nada.

Fuimos sólo un compás, y aún tengo un pie en el recuerdo. No lo piso, lo vuelvo a bailar. En el enlace entre tu cuerpo improvisado y los viejos trucos del dolor Resbala tu peso egoísta acaricia el suelo y me pide perdón.

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